Ante un temido camino,
ante un camino anhelado,
al borde de dos destinos,
están los pueblos varados,

En uno sólo se advierte,
del átomo desatada,
la gran llama de la muerte,
la vida desintegrada.

Las más hermosas ciudades,
cuanto el genio ha construido,
obras de hombres y edades,
todo en segundos, hundido,

El otro camino enseña
tal porvenir ya en las manos
que la cima que hoy se sueña
será una cima de enanos.

Del átomo amenazante
las energías grandiosas
harán un mundo triunfante
de pan, de luz y de rosas.

Al borde de dos destinos
están los pueblos varados.
¿Cuál, ¡ay!, de los dos caminos
se halla abierto y cuál cerrado?

M. Gejo