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LOS EMIGRANTES
ROELOS QUERIDO

SALUDO
Casi con lágrimas he entrado en TIERRAS DE SAYAGO para revivir aquellos recuerdos de nuestra niñez. Calles angostas y gentes de rostros curtidos por el calor y el trabajo, pero con ese corazón de GALLEGO, muy difícil de imitar. Quiero que este sea mi saludo, para en el futuro, poderles decir todo lo que siente un emigrante, que la consecuencia de una post-guerra lo alejó de su ROELOS QUERIDO, donde tengo amigos "vivos" pero también de los otros. !Gracias por escucharme!

Vuestra página nos trae recuerdos, que han quedado como  grabados "a fuego" en nuestra mente. Yo también dejé una madre, que siempre me animó a seguir, pero el día de mi partida, ya no lloraba, porque no le quedaban lagrimas, sino que gritaba. Cuando cerré la puerta de casa por última vez,  no pude mirar atrás, pero  aquel llanto y aquella casa me seguirán, mientras viva. Le prometí para tranquilizarla, que  volvería. Mas tarde, quise cumplir mi sueño y mi promesa de regresar al pueblo. Dios me dio una mano y regresé;  lo hice con una máquina de fotos colgada y unos billetes en el bolsillo.  Lo que nunca pensé, es que arrodillado ante su tumba, al sacar el pañuelo para secar una lágrima, se me cayeron unos billetes. Los agarré y mirando el  nombre de mi madre grabado en su sepultura me dieron ganas de prenderle una cerilla y le dije:  ¡perdóname vieja por cambiar tu cariño, por un puñado de dinero! Pero ya era demasiado tarde y había que seguir.

RECORDANDO...
Al caminar tras de un arado, tirado por burros o mulas, son muchos los Kms. que recorres. Piensas en un futuro, como el del tío que se fue un día a América con pantalón de pana y albarcas, y regresó con un traje clarito y un coche largo, muy largo; porque según el, en America, los árboles no dan fruto, sino billetes colgados de sus ramas. Pero cuando yo llegué a Argentina, me encontré con todos los árboles podados y a 13.000 Kms. de Roelos. Sin embargo, esta tierra me brindó de todo: bienestar,  hijos y nietos y el resto me lo busqué yo.

Transcurre el año 1972  cuando tengo la satisfacción  de volver a mi pueblo llevando a mi hijo de la mano y pude mostrarle la casa donde nacimos. También estaba allí la escuela donde nos educamos y hasta la pila del bautismo donde nos bautizaron. Los ojos del niño de sólo diez años, se llenaron de  asombro. En la plaza de Roelos, entre infantiles juegos, pronto encontró amigos que le llamaban cariñosamente "EL CHE" por su acento argentino.

Treinta y dos años después, fue mi nieta quien me pide como regalo de sus quince años ir a conocer el lugar donde nacieron sus abuelos. Esto ya me pareció como tocar con las manos el cielo y a partir de ese día comenzamos la planificación de ese viaje. En su colegio le darían un banderín que habría de intercambiar con otro del colegio de Almeida de Sayago donde le esperaba  un encuentro con sus alumnos con los que debería de compartir un tiempo de intercambio y de juveniles impresiones.

Ya desde Roelos, mi hermano organizaría una gran fiesta en Zamora que se convertiría  en un día de encuentro feliz para toda la familia. Yo, pensé en obsequiarle con algo muy grande y me imaginé un castillo. Pero lo construí tan alto que sin darme cuenta se desplomó de un zarpazo que el destino le dio antes de estar acabado.

Yo tenía en realidad dos hermanos. Uno de sangre y otro de corazón. Este segundo, con un teléfono en la mano, ¡DIOS PERDONE SU DICHO!, solamente recuerdo... ¡Quedo yo para ayudarte..!

14/07/04.
En estos momentos se produce el desplome del castillo porque en mi escritorio encuentro tres pasaportes sin usar.  En la habitación, tres maletas sin estrenar pero llenas de recuerdos para aquellos seres tan queridos. La niña de quince años, me miró con su cara angelical y haciendo un esfuerzo, de su boca salió al fin una leve sonrisa mientras me dijo: ¡no te preocupes abuelo,  no es nada..!

Dios me tendió una mano y Tierras de Sayago en la Red, el espacio para contar este pequeño trocito de mi vida. Lo hago en nombre de todos los que se quedaron en el camino y no pudieron contarlo. Lo que vosotros habéis hecho no tiene precio. ¡GRACIAS, GRACIAS!


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