Inicio
ALMA SAYAGUESA
El invierno sayagués

Desde mi ventana se ve un cielo gris,
un cielo de nubes y tempestad,
los pájaros hace tiempo que se han refugiado,
hace tiempo que no brilla el sol...

La niebla impide ver más allá,
y el suelo verdoso
se hace blanquecino
por el duro frío.

Las calles están desiertas,
el camino se hace difícil de caminar
y la sensación que uno siente,
es soledad...

¡Soledad pasajera, que camina junto a mí,
como única compañera!

Los poyos están vacíos y cuando los miro,
recuerdo aquellos dulces momentos,
cuando esta tierra aún se consideraba pueblo vivo...

Recuerdo cuando la gente salía a pasear
y se quedaba en esos poyos al sereno
hasta que se acordaban que tenían que madrugar,
hablando y disfrutando de recuerdos y algo más...

Ahora el pueblo parece vacío,
solo se sale de casa por obligación
y cuesta quitar la manta
los chaquetones y la ropa de pana...

¡El duro invierno hace mella en la población!

Los campos llenos de agua se hacen difíciles de trabajar,
cuesta pisar la tierra y mucho más labrar,
por las heladas en los huertos no asoma ni una rama,
sólo hay hierbas difíciles de arrancar.

A pesar de que los campos están verdes,
a los animales les cuesta pastar,
¡la tierra está!
pero para no tocar...

Hoy, miro atrás y veo, las riberas desbordadas,
las charcas en su estado normal,
pero pienso en el futuro
y veo que se volverán a secar...

El fuerte viento hace sonar el pueblo,
los árboles empiezan a silbar,
los tejados no muestran mucha seguridad,
y al atardecer... ¡Todo se vuelve frialdad!

Los pequeños faroles se hacen de rogar,
se apagan, se encienden...
o simplemente dejan de funcionar.
El previsor busca las velas y aprende a esperar...

Las gotas de lluvia,
unidas con el viento golpean la puerta
y se cuelan por la chimenea.

Lo único que se puede hacer es,
sentarse a la lumbre y echar leña al fuego...

¡El frío invierno pronto se irá..!

Cristina Lázaro Prieto.
Bermillo, 10-03-2007


Cristina Lázaro Prieto