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ALMA SAYAGUESA
LAS QUINCE ROSAS

El camino de la iglesia
lo hemos hallado florido,
se ha florecido esta noche
de azucenas y de lirios.

El camino de la iglesia
lo hemos hallado florido,
como es víspera de Pascua
la Virgen lo ha florecido.

Licencia les pido a todos,
al mayordomo el primero,
y a la señora Justicia,
Gobernadora del pueblo.

Licencia sí os darán
con gran gozo y alegría
para cantarle las rosas
a la Sagrada María.

Abridnos, Virgen, las puertas,
las puertas del santo templo;
abridnos, Virgen, las puertas,
si queréis que entremos dentro.

Las puertas ya están abiertas:
entraréis por la mediana
haciéndole reverencia
a la Virgen Soberana.

Tomemos agua bendita
que la pila está brindando,
a la señal de la cruz
se perdonan los pecados.

Vamos todas, compañeras,
no quede ninguna atrás
que, a lo que huelen las rosas,
cerca vamos del Rosal.

Caminemos, caminemos
hasta llegar a las andas,
para hacer la reverencia
a la Virgen Soberana.

Pongámonos de rodillas
delante de la Señora,
que Ella nos dará la mano
para subir a la Gloria.

¡Princesa de cielo y tierra,
de Dios templo y relicario,
de rodillas por el suelo
os ofrezco este Rosario!

Una vela Os traemos
de cera blanca pintada
que os la representamos
día de Pascua llegada.

Vuestro Rosario y Misterio
cercado de quince rosas,
para vuestra reflexión
las cinco fueron gozosas,
cinco de Gloria y Misterio.

La primera rosa que visteis
en vuestro rosal precioso
fue cuando al Angel le visteis
y, en viéndole, concebisteis
a Dios Todopoderoso.

La otra segunda rosa
fue cuando fuisteis, preñada,
a visitar, muy gozosa,
a santa Isabel, gloriosa.

La tercer rosa fragante.
Madre del Verbo Eternal,
disteis a luz, Virgen, triunfante,
pobre Niño, rico infante,
de Belén en un portal.

La cuarta, de perfección,
fue cuando al Niño ofrecisteis
y, en boca de Simeón,
Dios anunció la Pasión
de Cristo, que después visteis.

La quinta rosa , de flores,
fue cuando andabais buscando
al Señor de los señores
y la hallasteis en el templo,
disputando entre doctores.


Dichas estas cinco rosas,
a vos Virgen del Rosario
diremos las dolorosas,
que os fueron tan penosas
que a Vos, Virgen, traspasaron.

La primera rosa cruel
fue cuando en el huerto estaba
el Poderoso Manuel,
orando en aquel vergel,
gotas de sangre sudaba.

La segunda de dolor,
¡Virgen más pura que luna!,
cuando a nuestro Redentor
le pusieron, sin temor,
amarrado a una columna.

La tercera fue penosa,
cuando las gentes malignas
le pusieron, rigurosa,
una corona de espinas.

La cuarta: se lo llevaron
a vuestro Hijo, en pregones,
de Pilatos sentenciado,
a morir crucificado
en medio de dos ladrones.

La quinto: cuando os llegaron
nuevas de tanto dolor
y tan angustiada fuisteis
cuando a vuestro Hijo visteis
puesto como un malhechor.

Dichas son estas diez rosas
a la Virgen del Rosario.
Os diremos las Gloriosas,
que os fueron tan gozosas
que a Vos, Virgen, alegraron.

La primera fue este día
que vísteis resucitado
a Cristo, Virgen María,
con su santa compañía
de inmortal glorificado.

La segunda, virginal
nos dais placer y consuelo.
ya que el Padre Celestial
se subió a reinar al Cielo.

La tercera; cuando hallasteis
en vuestra alma placer tanto
y a los discípulos visteis
y con ellos os sentasteis
y vino el Espíritu Santo.

La cuarta: habéis de notar,
¡Rosa clara, bella Aurora!,
que se subió a reinar
con los santos a la Gloria. 

La quinta: cuando os vino
de aquellos cielos postreros,
de coronas rodeado
y de hermosos luceros.

A Vos, Virgen, os llamaban
aquellas gentes: !Gloriosa!:
de ellas son representantes
todas estas quince rosas.

Quedaros con Dios, Señora,
¡Madre del divino Verbo!,
échanos la bendición
y líbranos del infierno.

Quedaros con Dios, Señora,
¡Madre del Verbo Divino!,
échanos la bendición,
que nos vamos de camino.

Quedaros con Dios, Señora:
adiós, dorado Clavel,
hasta las luces del día
que nos volvamos a ver.





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