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ALMA SAYAGUESA
AQUELLOS NEGRILLOS

Hoy permanece olvidado
el negrillo de la plaza.
Ya no comparte la noche
con su rival la solana.

Hoy recuerda el viejo tronco
y sus ramas centenarias,
aquel cobijo gozoso
que a las tertulias daban

aquella noche en verano
rodeado de viejas canas
que contaban sus recuerdos
a los hombres del mañana.

Hasta de él se han olvidado
Los niños que en él jugaban
Escondiéndose en su tronco
o subiéndose a sus ramas.

Más dicen que no está solo.
Que un murmullo lo acompaña.
Que en las noches de verano
algo a su alrededor pasa.

Dicen ser viejos amigos.
Otros dicen que fantasmas.
Otros que tres ancianitos
que de grillos se disfrazan.

Más algunos entre dientes,
añorando viejas charlas,
dicen ser tres personajes
que han vuelto hacerlo compaña.

Cuentan del viejo negrillo,
que en noches de luna clara
se acercan a él tres duendes*
para amenizar las charlas.

El uno era trovador.
Otro en historias versaba.
Y el tercero un caballero
de aquellos de vieja usanza.

Ya todos se han convencido:
-de ellos seguro se trata.
Aquellos que del negrillo
pasaban a la solana.

Y recuerdan otros tiempos.
La memoria no le engaña.
Porque además del negrillo
había otros sitios de charla.

Una vez hecho el verano,
ya en la siembra y la otoñada,
se decía adiós al árbol
y también a la solana;

pues la noche es pa`aguzar
la reja en la vieja fragua
donde se junta los hombres,
fuman, maldicen y machan.

Y tienen tiempo de hablar.
Y de contar viejas chanzas;
Porque allí están los tres duendes,
pues entienden de labranza.

Uno juega con el fuelle
para que avive la llama.
Otro vigila la mano
que da golpes con la maza.

Y el tercero está en la pila
Preparando bien el agua
que debe acoger la reja
y darle buena templaza.

Cuando acaba la faena
llegan las noches heladas
y hay que arrimarse a la lumbre
para no sentir la escarcha.

También se cree que los duendes
por la chimenea bajan.
Pero verlos no se puede
porque el hollín los desblanca.

Pero que están es seguro
porque es buen lugar de charla.
Y es que a veces el abuelo
se duerme y se sobresalta.

Seguro que están allí
entre su gorra y sus canas.
Y no quieren que se duerma.
Por eso a su oreja bajan.

Le recuerdan su deber.
Y si algo se le olvidaba,
Ellos se lo recuerdan.
Por eso se sobresalta.

Llegada la primavera
Hay que sacar la buyada,
la oveja, los asnos, cerdos,
los caballos y las cabras.

Hay que visitar las tierras
y como va la labranza.
Por eso ya no hay tertulias.
Ni tampoco se oyen pláticas.

Es que se han ido a descansar
los duendes de tanta charla.
Y a reponer nuevas fuerzas
pa`la próxima senara;

que es cuando la gente vuelve
al negrillo y la solana.
Y antes que a la chimenea
deben pasar por la fragua.

Ramón Carnero Felipe