Los orígenes de nuestro
folclore y de muchas de nuestras tradiciones duermen en la lejanía de tiempos muy remotos. Allá entre los dioses de piedra que habitaron nuestros caminos. En los
"seranos" de las noches de muchos inviernos... En la limpia, el muelo, la matanza, o la sementera. En románticos
encuentros pastoriles en los montes y en los tesos. En los días de
bodas y tornabodas. En los devotos ofertorios en la vieja ermita. En los miedos a la noche con sus mágicas y difusas formas. En el teatro y la loa nacidos
ambos en el pueblo, del pueblo, y de su vivir cotidiano...
Hoy, la mayoría de nuestros danzantes,
sanadores, hacedores de sueños en trasnochados seranos, ya se han ido y nos
queda de ellos poco más que algún recuerdo pasado de
voz en voz a través del tiempo.
Recuperar nuestro tradicionario no es tarea fácil y
menos aún darle vida y sentimientos. Sin embargo,
¿porque no intentarlo? Ese es el objetivo de esta
sección.
En algunas formas y aspectos de nuestro folclore tradicional ya
hay gente que trabaja desde hace tiempo entusiasmada en
lograr su
recuperación. Son jóvenes a los que un día cualquiera
alcanzó el hechizo y la magia de canciones y
danzas casi olvidadas. Ellos dedican amor y muchas horas apoyados por expertos adultos,
a rebuscar en las viejas arcas y baules, en las
chimeneas al mor de la lumbre junto a una abuelita
adormilada pero de memoria aún despierta. Ellos
escuchan, aprenden y después nos cuentan y nos
cantan lo que allí aprendieron que fue mucho porque en
esos cantares hay no solo música, está la
historia misma de Sayago y de los nuestros. Gracias a
ellos, los que rescatan del polvo y del olvido una
parte esencial de nuestra
cultura, podemos aún deleitar nuestras miradas con la belleza de antaños atuendos, y sentir en nuestros corazones la música de ancestrales y enigmáticos misterios.