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ARQUITECTURA POPULAR: FUENTES

Nuestras fuentes no lo fueron solo de agua en horas de sed. Nuestras fuentes fueron además un frecuentado punto de encuentro, de reunión, de intercambio y de paz entre las gentes de nuestros pueblos.

El agua, fue como tantas otras cosas un bien escaso en esta tierra. Las riveras pasaron a menudo bien preñadas pero la vida de sus vientres se la llevó casi toda el viejo y avaro Duero del que acaso se sentían deudoras. Nuestra gente, a menudo  hubo de conformarse con la poca agua que perezosa en su caminar, se quedó "entretenida" retozando en los juncales o en los aledaños manantiales de alguna fuente.

Tenemos eso si, fuentes tan viejas como el propio Sayago. Fuentes que ya calmaron la sed de nuestros más remotos pobladores. Fuentes de las que salen aguas cristalinas, aguas lechosas o con sabor a hierro. Fuentes profundas que mantienen el agua fresca y que en épocas de escasez sirvieron gota a agota el precioso líquido a quienes pacientemente esperaron su turno a la sombra de la alameda.  Fuentes de arquitectura celta, romana, o simplemente sayaguesa. 

Junto a muchas de ellas están las pilas de piedra de donde bebió  el ganado al retornar sediento en tiempos de trilla o de sementera y que calman la sed de los pocos animales que transitan por sus cercanías. También podemos encontrar  en muchas de nuestras fuentes sobre todo las que están en los montes y valles más alejados, las piedras que hacen de asiento en los ratos de calmosa charla mientras el ganado pasta. Y es que la fuente fue siempre un lugar que propició  el encuentro.

De la cercanía de nuestras fuentes salieron también muchos romances  y cantares que hablaban de otras tantas pasiones. De allí, al compás discreto, suave y relajante del agua corriendo ansiosa por besar el valle, brotaron amores caprichosos que fueron quien sabe, si el origen romántico de nuestra propia existencia.

Pero, no sólo agua sale de nuestras fuentes. Hay muchas mas cosas en ellas y desde aquí, os invitamos a descubrirlas y compartirlas.  Os animamos a recoger de sus manantiales las leyendas que son de alguna manera, una buena parte de la preciosa historia de nuestra gente y como no, de nuestra tierra...

J. V. P.