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ARQUITECTURA POPULAR: LA CASA

La casa típica sayaguesa y su arquitectura está muy influenciada por las necesidades y costumbres de sus moradores. En la casa vivienda tradicional perduran mezclados curiosos detalles de origen celta y romano. La casa sayaguesa es sobria y sencilla, construida con el fin de albergar en ella a familias humildes y sus necesidades esenciales. Para su construcción no se emplearon otros elementos que los comunes en esta tierra y su entorno natural como la piedra, el adobe y grandes vigas de encina o roble para el techo que aún resisten ennegrecidas por el hollín, los años, y hasta los siglos. Sobre estas vigas los cuartones de madera de negrillo o enebro tan abundantes en otros tiempos, servían como apoyo de la "barda" el componente que acababa siendo lecho de las tejas y que consistía en ramas desmenuzadas de "escoba" u otros arbustos también abundantes en el lugar. Diversos tejares de la comarca sayaguesa hoy tristemente apagados, elaboraban la teja curva para los tejados. En el siglo pasado sin embargo, comienzan a edificarse nuevas construcciones de aspecto más ostentoso y señorial, por aquellos emigrantes que lograron alguna fortuna en tierras americanas. Un aspecto interesante a la hora de construir una casa en Sayago era el colectivismo humano en el acarreo de los materiales. Se hacía mediante "carretos" donde la mayoría de los vecinos del pueblo acudían a las canteras con el carro propio y otros elementos palancas y herramientas, para "acarriar" la piedra necesaria, las vigas y los materiales, hasta el lugar de la construcción. Después, una comida hecha de garbanzos y carne de carnero en la en la mayoría de los casos, ponía fin al día y a la "jera". En la entrada de estas casas está el típico portal en el que suele haber uno o dos "poyos" situados a ambos lados de la entrada principal. Una puerta de madera con postigo de aldaba y un agujero redondo en la parte inferior para entrada y salida del gato. En el interior de la casa, divididas por tabiques de adobes que ellos mismos se fabricaban con barro y paja, está la "prezacasa" que servía de espacio principal donde podían encontrarse una gran diversidad de pequeños utensilios de labranza, costales, alforjas, alforjuelas, escriños etc.. Allí mismo estaba también el "basal", una especie de rudimentaria estantería de adobes y tablas donde se colocaban de forma "ostentosa" los pocos platos de porcelana o cerámica decorada que componían el siempre escaso y diferenciado ajuar de la familia sayaguesaa. En las paredes anchísimas de piedra y tapadas con el clásico encalado de barro blanco de Tamame o Pereruela, era frecuente encontrar algún agujero semioculto, un cántaro u otra vasija donde en otros tiempos parece ser que guardaban algunas cosas de valor o elementos hoy simples pero entonces escasos como la sal. A menudo, una sola habitación o dormitorio servía separado por tabiques de adobe, a los diferentes componentes de la familia. Las camas estaban hechas de madera o de hierro. Sin embargo, antes fueron simples catres cubiertos de "bálago" los que sirvieron de lecho a nuestros padres y abuelos. En la cocina, un escaño más grande donde solía sentarse el abuelo o el padre de la familia. La chimenea ancha y alta servía de entrada a la luz del día. En la propia cocina o anexa a ella estaba la dispensa con el barandal suspendido del techo donde se curaban los embutidos y viandas de la matanza. También era frecuente el horno en la propia cocina y la artesa donde se elaboraban las hogazas cada semana o más días y que eran el suministro de pan de la familia. El "sobrao" suele ocupar un espacio en la propia planta o también ser el espacio más alto entre las dos alas del tejado. Allí se encontraban las paneras o apartamentos para guardar el grano de centeno y de donde se iba sacando en "costales" para llevarlos al molino y convertirlo en los diferentes tipos de harina. Entre la casa y la calle, el corral donde todo está apropiadamente adaptado para facilitar la estancia de los animales y para guardar los aperos de labranza; el carro, arados, "trillos" y demás útiles. Allí, cada animal tenía su sitio y sus comederos, pilas o pesebres de piedra de donde se alimentaban. Al lado estaba el pajar de donde se sacaban las "posturas" (raciones de paja) y la "muña" (paja muy menuda) que les servía de cama en las noches frías del invierno. Ahora, y habiendo sido incapaces de resistir el efecto importado del progreso y sus consecuencias no siempre buenas, la casa típica sayaguesa está convirtiéndose tristemente en fantasmagóricas ruinas esparcidas por las calles de nuestros pueblos y en donde viven a su libre albedrío los zarzales y las ortigas. Pero allí están sin embargo ocultas entre ruinas y piedras, las vivencias ancestrales, las luchas y el trabajo de nuestros abuelos. Su diario vivir entre alegrías y miserias porque esa fue la materia más prima con la que se construyó la historia de la casa tradicional sayaguesa.